lunes, 23 de agosto de 2010

DE LA FASCINACIÓN DE LOS VESTIGIOS


El arte comenzó al seguir las huellas de un mamut. Probablemente allí mismo nacieron la magia, la religión, la metafísica, muchas cosas más. Y no en estado embrionario; como en el caso del lenguaje, se ingresó de golpe en el mundo. Ahora, qué ironía, ya no sabemos salir de él. De la tierra —esa enigmática inmensidad— se pasó violentamente —es decir: inteligentemente— al mundo. ¿Qué es eso: el mundo? No hallaremos respuesta única. Decidamos aquí sólo una de ellas. El mundo es la conversión de la tierra en Libro. ¡Un libro! Y, ¿qué es un libro? La presencia de la ausencia. ¿Vana palabrería?
La huella dejada en el barro, en la nieve o en la arena por el mamut es el molde de todos los signos. Su horma. Y lo es porque cada huella puede contar una historia. Seguramente contra su voluntad. La historia que cuenta es la de la presencia desplazada. Por aquí pasó una hembra cargada. Son quince ejemplares. Van en busca de agua. Uno de ellos ha sido herido. Pasaron hace cuatro días, hace dos lunas. Y, ¿dónde podríamos topárnoslos?
La historia al pie de estas huellas tiene finalidades eminentemente pragmáticas. Posee un sentido inmediatamente reconocible: la cacería, el sustento de la horda. También, a menudo, la búsqueda de refugio y abrigo. Pero se da el hecho de que allí donde solamente quedan restos de un paso se ha podido articular una historia. Y la historia comienza a cobrar un sentido menos práctico. Alcanza un sentido propio. Entonces la historia se complica. Se enrarece y se enmaraña.
Lo ausente se torna presente y el presente se ensancha hacia atrás y hacia adelante. El tiempo forma nudos y remolinos.
Nuestros antepasados aprendieron a leer (y a escribir) observando estos sellos, estos relieves, estas ramas quebradas en cierta dirección, este aroma de almizcle y heno. La tierra llega a ser un mundo exactamente en el punto en que comienza a hacerse legible. Las cosas llegan a serlo sólo si —y cuando— se convierten en índices, en señales, en eslabones de una cadena. La tierra llega a ser un mundo en cuanto las palabras se encajan en su piel y la levantan como para erigir un tepee.
En esta conversión, en esta transformación, en esta metamorfosis, en esta catástrofe incesante se cifra toda la aventura humana. En su irremediablemente doble carácter fasto y nefasto, prodigioso y amenazante, creativo y destructor. Transitar del parasitismo natural a la construcción destructiva de un mundo artificial ha sido una hazaña cuyo altísimo coste no se sabe aun si será posible afrontarlo.
¿Qué es pensar si no atender el sentido de los vestigios? No parece ser una casualidad que las primeras manifestaciones del arte —huellas sobre huellas sobre huellas...— aparezcan en osamentas y colmillos de las presas tomadas. ¿No es verdad que el primer libro de la historia humana se lee en la concavidad de una concha de tortuga? Con una diferencia esencial: los viejos taoístas dejaban que las huellas del fuego se imprimieran al azar en los caparazones. Nuestros antepasados más lejanos empezaron, a su aire, a dejar sus propias marcas en las cavernas naturales.
Después de todo, esta atención a la huella, al trazo, a la marca, al relieve, no deja de ser un gesto de máxima nobleza.
Pues, ante la tragedia, sólo resta la nobleza. Que es, sin lugar a dudas, lo propio del arte. Por el arte el hombre parecería desear devolver los frutos de la tierra a la inmanencia de la que para asegurar la supervivencia de la tribu fueron arrancados. Un útil sin uso, un signo sin significado, una marca dirigida a cualquier parte.
Es el perfil prodigioso y sorprendente del arte. Un trabajo sin finalidad. Pero merced a una lectura reversiva y revulsiva con sus propias huellas, los signos del mundo comunican con la tierra. Es su <>, es decir, su eficacia.
De ahí la fascinación que sobre los modernos ejercerá la experiencia paleolítica. El <> nace en el instante, siempre nuevo y siempre el mismo, en que los hombres intentan una relación de complicidad, de exaltación, de celebración, de honor y respeto por todo aquello que han debido poner a su disposición o resguardo. Es el momento <> de la <>, como escribirá Maurice Blanchot, del hombre y la naturaleza o, según se ha dicho aquí, de la tierra con el mundo.
Momento feliz y amistoso que se recrea en y por la apertura de esta Expo Mamut 2010 del Museo Comunitario del Zóquite. ¡Buena Ventura!



Sergio Espinosa Proa
 Zóquite, agosto 13 de 2010






Pablo en su taller

Mamut del arroyo de Calabacillas
Esta es la narración de Pablo Chávez pintor, al momento de descubrir los fósiles de mamut que en su momento donó al museo comunitario de Zóquite y que han despertado tanto interés.
Por el año de 1990, no recuerdo exactamente el día, encontrándome pintando un paisaje de un puente, un puente construido en 1909 y resguardándome bajo la sombra de un mezquite, vi que bajo mis pies había una especie de raíz de aproximadamente unos 150cm de largo y como media luna de unos 5 a 8cm de ancho, a menos así lo creí por algunos momentos. Y sin tomarle importancia seguí pintando, pero se aproximaba un fuerte aguacero y viendo la magnitud del mismo levanté mi caballete y mi equipo.
Al regresar al segundo día de trabajo vi con sorpresa como el agua había arrastrado la supuesta raíz y poniéndole más atención vi la fractura de la misma pero esta se encontraba incrustada en la pared del arroyo, allá acercarme para revisarla vi que era un fósil, ignorando de qué tipo de animal seria.
Así pasaron aproximadamente como 2 años sin reportar el hallazgo, y en una ocasión como era pasada de las labores del campo vi que andaba un trascabo y un camión de volteo sacando arena, viendo que andaban cerca de los fósiles me di a la tarea de sacarlos y reportarlos a las autoridades sin que estos les tomaran la menor importancia.
Pablo Chávez

Algunas imágenes de la expo.

Lista de participantes y obra de Pablo Chávez  


El gabinete  





Cráneo de Tigre dientes de sable

Vista de la sala cientifica y la paleoescultura de mamut colombi al fondo
Otra vista de la paleoescultura

Mural
Chicho Pereira, Javier Cortez, Gerardo del Río, Abraham Orozco y M.A.O.


Paleoescultura elaborada por 

Splintersaurus  
http://www.youtube.com/watch?v=3UU9a6vPzC0




Javier Cortez
Manos manos
Mixta sobre lona plastica
180x220cm
2010






Fernando, Sveta, Karla y Daniel en un recorrido al rededor del museo

 
Karla Chávez directora del museo




 A ciencia cierta 458
Programa emitido por Radio Zacatecas 97.9 fm. 
Conductora: Rocío Ortiz



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